El día que dejé de ver mi vida profesional como una escalera para alcanzar objetivos, dejé de obsesionarme con mis resultados y perseguir promociones que en el fondo no quería, cambié el foco y lo puse en mí, en mis necesidades y en mis sueños.
Ese día entendí que se podía trabajar diferente y mejor, con consciencia, disfrutando y aprendiendo de cada experiencia.
Que la vida profesional también se podía VIVIR y que es una oportunidad inmensa de crecimiento personal y de autorrealización.
Que mis tiempos, mis etapas, mis cambios y mis ritmos estaban bien, que no tenía que satisfacer a nadie, solamente a mí misma.
Y que era yo la que decidía si quería vivir mis años laborales como una carrera hacia la cima, una carrera de obstáculos, una prueba de esfuerzo, de velocidad para ver si podía ser la number one o más bien construía una vida profesional a mi medida, de disfrute y que valiera la pena vivir.
Yo elegí ser feliz los lunes, los martes y los miércoles…y toda la semana.
¿Y tú cómo estás eligiendo vivir tu vida profesional?
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